REPARTO |
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Iride Mockert, Andrea Strenitz, Martín Shanly, Mariano Sayavedra, Pablo Seijo, Ivanna Colona Olsen, Agustín Oberto. |
SINOPSIS |
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Una criada, que trabaja en una exclusiva comunidad vallada en las afueras de Buenos Aires, se embarca en un viaje de liberación sexual y mental en un club nudista al otro lado de los muros de seguridad. |
Malísima, lamentable, infumable.
Copio este comentario de Bea González de "CINE DIVERGENTE" ya que concuerdo con el, lo siento muy ecuánime, y considero el comentario anterior simplista e injusto.
Inaugurábamos el pasado sábado la sección oficial del festival de Sarajevo con el segundo largo del director austriaco afincando en Argentina, Lukas Valenta Rinner. A Decent Woman en su título internacional, una coproducción Austria-Argentina-Corea del Sur, ha sido posible gracias a un proyecto del Festival de Jeonju dónde Parabellum (2015), la opera prima del director, fue galardonada el año pasado. No es esta la única relación entre los dos trabajos, pudiendo entenderse Los decentes como una continuación tanto a nivel formal como de las obsesiones del austriaco.
Si en Parabellum el director utilizaba un hecho de actualidad, el aumento de los asaltos violentos en domicilios particulares en la provincia de Córdoba (Argentina), como premisa para desatar la paranoia compartida en un grupo de anodinos representantes de la clase media bonaerense ante la posibilidad de ver amenazada su forma de vida; en Los decentes el director vuelve a utilizar, aunque con mejor tino, la estructura social de las grandes ciudades argentinas como fuente de inspiración para continuar elaborando un estilo personal que privilegia el humor que acompaña a la sensación de extrañeza que surge de lo cotidiano, cuando se enfoca desde el prisma adecuado.
Continuidad, pero con una diferencia considerable en cuanto a resultados. Parabellum se agotaba rápido, más allá de la premisa y alguna imagen con gran potencia visual; las sonrisas que despertaba ver al personaje principal, Hernán (Martin Shanly), nuestro oficinista gris, y sus compañeros en los diferentes módulos de entrenamiento para el apocalipsis, pronto dejaban paso a la indiferencia, a medida que el filme iba perdiendo ritmo y fluctuando en su tono.
Los decentes recupera a Martin Shanly (también director de Juana a los 12) y lo convierte esta vez en Juanchi, el hijo sobreprotegido y caprichoso de Diana, señora de mediana edad con dificultades para conciliar el sueño y junto a la que vive en un complejo residencial de alta seguridad a las afueras de Buenos Aires. En la casa entra a trabajar como empleada doméstica Belén (Iride Mockert), nuestra protagonista, quién será a la vez espectadora silenciosa de los costumbres de esa comunidad y muy pronto sujeto activo en las prácticas de la muy impopular comunidad vecina, separada únicamente por una verja electrificada, y en la que un grupo de nudistas se entrega a los placeres de la naturaleza. A lo largo del metraje serán Juanchi y también el vigilante de seguridad (Mariano Sayavedra), que caerá enamorado de Belén, quiénes nos ofrecerán los momentos de mayor comicidad, a la vez que el director nos va mostrando, siempre con la distancia adecuada, mediante largos y estáticos planos, las costumbres cotidianas y los pintorescos personajes de cada una de las comunidades. Cursos de cupcakes, sexo tántrico, running al atardecer, prácticas de tiro…mantienen entretenidos a los habitantes a ambos lados de la alambrada hasta que en un final quizás demasiado previsible y simplista un acontecimiento inesperado desata la revolución “sexual”.
Especialmente remarcable el trabajo de Iride Mockert mostrando el proceso de evolución de Belén en relación a su propio cuerpo y al deseo, reflejado en el camino desde la extrañeza y distancia con ambas comunidades hasta el progresivo compromiso con una de ellas; así como el del austriaco Roman Kasseroller, responsable de la fotografía y colaborador habitual del director.
El miedo al otro, a la potencial amenaza que puede suponer para nuestra forma de vida, ya presente en Parabellum, vuelve a ser hilo conductor y punto de fascinación del director en Los Decentes. A pesar de estar ambientada en una urbanización residencial de seguridad, dónde los bonaerenses de posibles se resguardan del alto índice de criminalidad al que se verían expuestos en el centro de la ciudad, el otro amenazante no es ésta vez el desfavorecido, sino alguien al que no conocemos, pero del que sabemos que ha elegido otra forma de vida, que no es la nuestra. La crítica social está, pero es más sutil, nos habla de la imposibilidad de comunicación entre comunidades vecinas, del aislamiento, de lo terrorífico de lo desconocido y del irremediable enfrentamiento.
Una más que interesante evolución desde una ópera prima que, a pesar de los galardones, no nos llegó a convencer, que nos muestra a un director cuyas constantes nos son familiares y que suelen tener buena acogida en los festivales, y que parece no descarta trasladar su foco de interés a su país natal, Austria, con la inagotable fuente de inspiración que anticipamos eso le supondrá. Si además nos regala el momento musical del festival (aunque quizás sea algo pronto para afirmarlo), resulta una más que correcta apertura del programa a competición en Sarajevo.