Mariel, el Áspid, presenta: Libros adaptados a la Pantalla.
The Runnig Man (1987)
¡Buenas y santas! Heme aquí nuevamente, lista para infligirles mi prosa una vez más. Comenzaré, no por el principio de esta historia, sino por el momento en que yo entré en contacto con ella. Para eso, tenemos que retroceder hasta finales de los ’80 (si no tienen mousse o gel para el cabello, intenten disimular, agarren algo flúo y manténganlo a la vista).
Hasta el advenimiento de la televisión por cable, con mi viejo fuimos al cine a ver TODAS las películas de Schwarzenegger (sólo fui sin papá para The Terminator, a la cual llevé a un grupo de horrorizadas amigas, y para Raw Deal, esta vez con un igualmente horrorizado pretendiente... ni unas ni otro volvieron a dejarme elegir). Evidentemente, estuvimos primeros en la fila para The Running Man.
Ya en los títulos del inicio, me sorprendió leer "Basada en la novela de Richard Bachman", puesto que, aunque sabía que Bachman era el pseudónimo de Stephen King, sólo conocía Thinner (Maleficio), el único libro disponible en Córdoba de Bachman, y no tenía noticias de una novela llamada The Running Man.
Estaba rumiando esto cuando me distrajo la leyenda "Dirigida por Paul Michael Glaser". Con papá nos codeamos, cruzamos una mirada de entendimiento y un grito mudo: ¡Starsky! Yo era fanática del blondo Hutch (David Soul, a quien, justamente, había disfrutado luego en la adaptación de 1979 de Salem’s Lot de Stephen King... porque el mundo de las historias es un pañuelo doblado sobre sí mismo hasta el infinito), y la serie policial de la pareja del Torino rojo había sido una de nuestras preferidas de los ’70. ¿Conan dirigido por Starsky? ¿Qué más podíamos pedir para un sábado lluvioso?
Momentos después, la película me había absorbido por completo. Es el producto perfecto del cine de acción familiar de los ’80, y no escatima ninguno de sus aditamentos característicos: hombres rudos y musculosos (con un estilo que cubre cualquier fantasía desde la lucha libre a Village People), chicas hermosas y atléticas (con pelos batidos, bijou enorme, escotes y cavados profundos), mucho brillo, lycra, color, tocados; el infaltable cuerpo de baile, como entretiempo para la acción, con mucha sangre, tiros, explosiones, destrozos (consumista, excesivo, decadente); no falta ni el chico de la "resistencia" con la gorra del Che, ni los estereotipos de clase, raza y género más evidentes (aunque tiene un par de toques curiosamente inclusivos: la chica pudiente y conservadora es latina, María Conchita Alonso, y el docente intelectual es negro, Yaphet Kotto). La ambientación es de un grunge temprano, neón y desecho industrial. Y, de principio a fin, está plagada de clichés gestuales y verbales, gags físicos y juegos de palabras, remates pintorescos y dobles sentidos deliciosamente naïves, aderezados con música pop y fragmentos de clásica.
Obviamente, salimos encantados. Era comida chatarra, pero no por eso dejaba de ser un festín. Placer barato y culposo, pero placer al fin. En el auto, papá iba repitiendo sus remates favoritos de Schwarzenegger en una imitación aceptable de su acento, y yo planeando convertirme en una María Conchita digna de cazar un Arnold (no me salió, el plan incluía dieta y ejercicio, lo cual nunca fue mi tema).
Ya en casa, busqué Maleficio, pero excepto su tapa que proclamaba "Stephen King escribiendo como Richard Bachman", no había ninguna otra referencia. Busqué en mis librerías habituales, no hallé nada, y terminé olvidándome del tema. Poco después, le presté Maleficio a mamá para leer en un viaje a Brasil con papá (mamá y yo leíamos como papá y yo íbamos al cine: en complicidad), y el pobre quedó olvidado en alguna parada del camino, lo que (además de valerme una discusión con mi progenitora) terminó de borrar la cuestión de mi mente.
Pasados más de 10 años, sin buscarlos, los encontré: amontonaditos para protegerse de sus hermanos mayores, en una punta del estante de King, estaban 4 libritos rojos de bolsillo, en tapa blanda y papel reciclado, edición 1997 y 1998 de Plaza y Janés: Rabia, El Fugitivo, La Larga Marcha y Carretera Maldita. El nombre "Stephen King" ocupaba dos tercios de la tapa; el título y una ilustración simple se disputaban a empujones el tercio restante; entre ellos, diminuto y acobardado, estaba "(Richard Bachman)", así, entre paréntesis, como no queriendo molestar a nadie. Me llevé los 4 y arranqué con El Fugitivo, porque recordaba bien la película. Dado que el único Bachman que había leído era Maleficio (de argumento inconfundiblemente King), imaginaba encontrarme con la misma historia entretenida del film, en la voz apenas disimulada de mi autor más visitado.
NO. Definitivamente no. El libro era profundo y, comparada con él, la película era una parodia. La decepción fue horrible, más aún por haberla disfrutado. A medida que avanzaba por la novela, mi espíritu se hundía más y más.
El libro The Running Man es una obra sombría, un grito de angustia soltado a la fuerza entre dientes apretados de bronca. Ben Richards, su protagonista, lejos de la figura fuerte y heroica de Schwarzenegger, es un hombre insignificante, derrotado, enfurecido y desesperado, nacido en la pobreza y hundido en la miseria física, económica y espiritual, humillado hasta el punto en que sólo le queda rendirse, o someterse a un juego arreglado y sin esperanzas, intentando prolongar su supervivencia y la de las dos únicas personas que le importan, persiguiendo una recompensa nebulosa y escapando de la muerte más sólida. No se le obliga a participar: simplemente, no encuentra otra alternativa. Y este despojo de hombre, que oculta acero en el interior de un envase ajado, es quien se convierte en el antihéroe, quien se mueve entre los poderosos sin bajar la mirada, sembrando miedo y vergüenza en sus conciencias manchadas y entumecidas. No hay show, no hay luces, no hay música. Sólo un hombre tratando de huir de la policía, de la delación de los buenos ciudadanos, de la mala suerte y del ojo de la Cadena, encarnación del poder absoluto.
Tributario de clásicos como 1984 y Fahrenheit 451, conmueve mediante el simple método de mostrar todo desde abajo, desde el punto de vista del fugitivo, desde los callejones oscuros y los edificios ruinosos donde subsisten los desposeídos, desde el miedo, el hambre, la mugre, el frío y la enfermedad, desde el rencor y la envidia hacia los sanos, los ociosos, limpios y bien alimentados. El clímax trágico del libro contrasta en tal forma con el final holywoodense de la película que resulta chocante, más incluso que el tono ligero de ésta.
Después de leerlo quedé triste, enojada, con ganas de salir a romper cosas y avergonzada de mi frivolidad post adolescente. Pero el tiempo pasa. Una tarde, quizás otro sábado lluvioso, en Artilugio, el desaparecido videoclub de mi barrio, el recién salido DVD de El Fugitivo apareció entre las ofertas de fin de semana... y lo alquilé, con sentimientos mezclados.
Esta vez, con el recuerdo del libro tan nítido como si acabara de leerlo, vi OTRA película, diferente a aquélla que viera a mis casi 20 años. Es indudable que no era ésa la intención de sus creadores, quienes seguramente sólo pretendían un éxito de boletería (Steven E. de Souza, el guionista, es un monstruo de lo taquillero: escribió para El Hombre Nuclear, La Mujer Biónica, El Auto Fantástico, Duro de Matar, Lara Croft, y un largo etcétera), algo pasatista y espectacular, con un actor famoso que llenara salas... y sin embargo...
La película The Running Man es la historia de Ben Richards como habría sido contada por la Cadena de haber podido hacerlo, como habría sido interpretada y disfrutada por la clase media de ese universo (no por la clase dominante ni por la escoria social, sino por la clase acomodada, con sus necesidades inmediatas cubiertas y acunados en la realidad filtrada que transmitía permanentemente la Librevisión), y está narrada justo en el formato que esa gente devora y asimila: consumista, excesivo, decadente. Pinta de forma superficial pero inequívoca a la sociedad global promedio, y retrata nuestro rasgo humano más mediocre y duradero: aceptaremos cualquier cosa, creeremos cualquier mentira, compraremos cualquier producto, aplaudiremos a cualquier héroe, siempre que se nos presente en un paquete atractivo, entretenido, adornado y predigerido.
Pan y circo. Tan simple y tan antiguo como eso. Tan humano y tan feo como eso.
Después de los créditos finales, como un extra no muy usado en la época, se oyen anuncios de los patrocinadores del show. Suenan triviales, alegres, a tono con el resto de la película... pero transmiten la idea de permanencia indestructible de la Cadena, y eso es tan fatalista como el clima de la novela original.
Ahora, releyendo una y reviendo la otra para este post, en ambas descubro elementos que aparecen en The Hunger Games, mejor pensados y depurados, y me pregunto si Suzanne Collins, mi contemporánea, habrá leído la novela de Bachman/King o visto la película y, conscientemente o no, encontrado allí un punto alrededor del cual desarrollar su excelente historia. También ambas me recuerdan al hermoso capítulo Fifteen Million Merits de Black Mirror, y pienso que, en otras circunstancias, Ben Richards podría haberse convertido en Bing Madsen, teniendo más suerte y menos escrúpulos.
Aquí está el libro. Es una edición de Martínez Roca de 1986, quizás la primera en castellano, muy buena traducción. ¿Mi recomendación, si aún no han abordado ninguna de las dos versiones? Lean primero el libro. La película se disfruta de otra manera si la miran desde el ángulo del espectáculo, luego de haber observado la historia desde la óptica de la realidad.
Este es el libro, para quien quiera descargarlo y disfutarlo, antes o después de ver la peli:
Por último, les cuento que elegí este combo para mi segunda entrega en USC, porque mi primer post trataba de la obra de SK más cercana a su relación con los pseudónimos, y esta es la adaptación más curiosa (aunque no la mejor) de una obra escrita con su nom de plume. Además, el prólogo del libro incluye la explicación de King sobre el por qué del nacimiento de Bachman que les comenté en The Dark Half.
Gracias como siempre a USC por el espacio y por su confianza, y a todos ustedes por la paciencia... Traté de ser más breve... y no pude. Nuevamente, me llamo a silencio, que está por empezar la película.
¡QUE LA DISFRUTEN!
Mariel, el Áspid
TÍTULO ORIGINAL | The Runnig Man |
---|---|
DURACIÓN | 101 minutos |
GÉNERO | Ciencia ficción. Acción | Thriller futurista. Distopía. Sátira |
PAÍS | Estados Unidos |
DIRECTOR | Paul Michael Glaser |
FORMATO | MKV |
CALIDAD | BluRay |
IDIOMA | Inglés |
SUBTÍTULOS | Sí (Español) |
TAMAÑO | 791 MB |
REPARTO |
---|
Arnold Schwarzenegger, Maria Conchita Alonso, Yaphet Kotto, Jesse Ventura, Jim Brown, Erland Van Lidth, Marvin J. McIntyre, Richard Dawson, Toru Tanaka, Gus Rethwisch, Mick Fleetwood, Sven-Ole Thorsen, Dey Young, Kurt Fuller. |
SINOPSIS |
---|
En la sociedad del futuro el concepto del concurso de televisión es llevado a un extremo cruel. Los concursantes, la mayoría prisioneros obligados a participar, deben huir de matones en un terreno restringido, seguidos por las cámaras y una audiencia sangrienta. Ninguno sobrevive para recoger el premio hasta que un hombre injustamente acusado, Ben Richards (Arnold Schwarzenegger), empieza a ganar a los asesinos y a tener el apoyo de la audiencia. Su objetivo es de desvelar la farsa y la crueldad del programa y de su presentador. |
Muchas gracias a ti, Mariel, por compartir esta película que no he tenido la suerte de ver pero que lo haré hoy o a más tardar mañana. Ya que es Arnold Schwarzenegger en su época de oro, en mi humilde opinión. Y gracias especialmente por tus palabras que se ve que esta cinta toca una fibra muy cercana de tus emociones y tu recuerdo. Eso es, en mi opinión, lo mejor que puede dejar una película a los espectadores. Gracias a Ti y a Antonio Torres por crear esta sección que nos ofrecen a todos los visitantes de este maravilloso y excelente sitio web. Muchos saludos y bendiciones.
¡Gracias, Facundo! Concuerdo, para mí esta peli muestra la mejor época de Arnold, junto con The Terminator y Predator. Y también concuerdo con que los aportes de Antonio son un lujo asiático, y con que esta página es de lo mejor que nos ha dado la Internet. Saludos.
Para mi infortunio, vi la película en mi televisor varios años después de su estreno. Aunque en una copia muy razonable por haber sido rentada en un videoclub serio. Mi cariñosamente recordada Betamax la reprodujo de la mejor manera que sus capacidades le permitieron y la película fue disfrutable y sumamente divertida para mi esposa y para mí.
Nunca le busqué mayor profundidad al tema reflejado en la cinta, pues no tuve la suerte de ligar el nombre de Bachman con el genio del terror Stephen King, y mucho menos tuve la curiosidad de buscar el libro en el cual se basaba el guion de la película. Pero en su momento me pareció bien hecha y vagamente similar a Death Race (Paul Bartel-1975) en su crítica a los medios y su afán de vendernos productos enajenantes a como dé lugar y sin un ápice de moralidad. Tengo que decir con toda sinceridad, que la crítica para mí fue más evidente, valedera y morbosamente divertida en Death R., que en la de The Runnig Man.
Pero volvamos a la cinta, tan razonablemente bien hecha que ni Schwarzenegger logra demeritarla (perdón queridísima Mariel, pero en aquellos tiempos tu amado fortachón austriaco tenía la misma capacidad de actuar que una almeja) y, muy por el contrario, la corpulencia e indudable fuerza física de Arnold hace creíbles la mayoría de las escenas de acción física.
Los efectos especiales acusan la edad, pero si entendemos que el filme está cumpliendo la friolera de 32 años, podemos imaginar el cuidado que se puso en ese rubro hace más de 3 décadas. El reparto es muy apropiado para el tema que desarrolla la película y, gracias a que la simiente de la misma es de la autoría de King, su evidente inclusión de personajes clichés para cubrir etnias, estratos y niveles culturales, es también muy certero.
Finalmente, y como ya lo manifiesta mi admirada Mariel en su crónica, el personaje de María Conchita Alonso es un golpecito ligero, pero audible, sobre la mesa. Su personaje exhibe un nivel económico más alto del que regularmente se otorgaba a los latinos, casi siempre mostrados como jardineros, sirvientes o mecánicos. Buena elección de la otrora poseedora de innegable belleza física, hoy desfigurada hasta el espanto por las cirugías y el Botox.
Felicitaciones a Mariel de todo corazón. Esperamos con ansias la siguiente entrega, que seguramente será también un agasajo.
Un abrazo.
¡Antonio! No había hecho la asociación con Death Race porque... honestamente, ni la vi ni registré su existencia. Al ser un Stallone temprano, probablemente papá tampoco la conocía, aunque es raro que se le haya escapado Carradine. Es más probable que nunca se emitiera en nuestros canales locales, y que no le prestásemos atención al llegar al cable y al videoclub. ¿Me recomienda que la vea, o es tan floja como parecen las imágenes sueltas que se ven en la web?
Si le gusta el estilo, quizás disfrute la serie Blood Drive (2017) que publicaron aquí mismo los chicos de USC. Es muy sangrienta, algo porno y totalmente absurda, pero engancha y entretiene. Por el fondo anda un comentario mío con un par de sugerencias de cuentos de la misma temática.
De la misma manera, le recomiendo AMPLIAMENTE la novela de Bachman/King, es de una belleza oscura y poco valorada.
Concuerdo absolutamente con su opinión sobre la capacidad actoral de Arnold... no era ese precisamente el motivo de mi admiración... Digo, ¿se fijó en lo bien que le quedaba la lycra amarilla? 😛 Y es verdad que la señorita Alonso se ha excedido con el bótox, pero de cuerpo sigue bastante bien y siempre me ha caído simpática.
Abrazo grande, y gracias como siempre por sus apreciaciones y por sus halagos.
Aunque Carradine contaba ya con una larga trayectoria, mayormente en televisión, su disparo como “estrella” se dio a raíz del legendario programa Kung-Fu, que desde 1972 y hasta su desaparición en 1975, logró los más altos ratings en casi todo el mundo. Y montados en esa ola de fama que rodeaba al actor, los productores elaboraron un vehículo -en todos los sentidos- para aprovechar la popularidad del larguirucho pelos lacios.
Se rumoraba en su momento que Carradine (quien pregonaba y practicaba la filosofía zen asociada al propio Kung Fu) exigió que el guion tuviera una carga de crítica social manifiesta. Y que dotara a la película de una razón de ser más profunda que la simple acumulación de choques y muertes aparatosas. Nunca sabremos si así aconteció en realidad, pero lo cierto es que en la cinta se ridiculiza con total transparencia a los medios. Convirtiendo en estereotipos caricaturescos a los conductores de noticias, aquellos que narran la peor de las tragedias con una sonrisa en la boca y no pierden la pose de galán bien peinado y de corbata (lo mismo aplica para las conductoras…menos la corbata).
Por supuesto, una cinta con 9 lustros encima ha envejecido. Pero no es un ancianito chimuelo encorvado y con achaques, es más bien un madurito con chistes medio anticuados y que compite con cierta desventaja con las nuevas tecnologías y su lenguaje cinematográfico asociado.
Creo sinceramente que todos los blogueros debieran ver la Death Race 2000 protagonizada por Carradine. Conscientes de que la película –en el caso de varios de ellos- tiene más años de haber nacido que los mismos espectadores. Si bien la estética mostrada pudiera resultarles anticuada, el mensaje que nos entrega –por muy cuestionables que sean las formas- está más vigente que nunca.
Estimada Mariel, mil perdones por ocupar tanto del espacio que te pertenece por derecho, pero me lanzaste el anzuelo con tus comentarios…y piqué.
Un abrazo.
Por cierto, se me ha pasado ya en las 2 ocasiones de mis comentarios anteriores, pero te iba a dar una razón de peso para que vieras Death Race 2000; el segundo crédito masculino lo tiene nada menos que….Sylvester Stallone.
Su personaje se llama “Machine Gun Joe Viterbo”, y es un malo de malolandia que compite contra Frankenstein, el personaje que encarna Carradine.
¿Te animas a verla?
¡ME ANIMO! Ahí la puse a bajar porque, por supuesto, ¡USC la tiene!
http://unsoloclic.info/2018/02/death-race-2000-1975-bluray-720p-hd/
Diréle, Antonio, que Stallone nunca me movió una pestaña... tal vez sea ese rictus de su cara, su voz nasal, su modo torpe de moverse, o algo más sutil... pero no, paso. En cambio "Kung-Fu" (Kwai Chang Caine, si hablamos con propiedad), sin resultarme para nada atractivo como hombre, me tenía fascinada. Es verdad que Carradine tenía esa fama mística... la destruyó con su inoportuno y accidental modo de morir... Pobre, qué mala suerte... y qué mal gusto... 😛
Respecto al espacio ocupado... OCUPE, HOMBRE, que lo suyo es de calidad, y este espacio es de todos, gracias a los chicos de USC, que nos lo prestan tan generosamente. ¡Mientras más aportes y voces que se sumen, mucho mejor!
Abrazo, y ya comentaré Death Race cuando la vea.
Justamente antier me estaba acordando de esta película del gran Arnold Schwarzenegger la cual no veo desde hace muchos años.
Pero ahora que la subieron la estoy bajando para disfrutarla de nuevo ya que casi todas las películas de Arnold Schwarzenegger me gustan bastante.
Gracias por subirla.
Olvidé mencionar una anécdota de que cuando estaban filmando la película a una prima mía que tenía poco tiempo viviendo en EU le tocó ver parte de la filmación y recuerdo que cuando vino platicamos sobre el feliz acontecimiento.
¡Interesante! Contame una cosa, Dariel: tu prima, ¿simplemente vio la filmación, de afuera, o era parte del equipo? ¿Tenía alguna relación con la producción? ¡Es para ver a cuántos grados de separación quedo de Arnold y Conchita! Saludos.
Mi prima era de los fans que estaban a una distancia prudente de la filmación y de lejos vio a Arnold cuando iba corriendo creo que fue cuando lo descubrió María Conchita en el aeropuerto.
Mi prima al igual que yo admiraba a Arnold aunque mucho tiempo después lo aborreció cuando fue gobernador de California por lo de los inmigrantes.
¡Qué pena! Ya me imaginaba yo misma medio prima de Arnold... 😛
Aunque es verdad, mejor seguir viéndolo de lejos como actor, y si la peli tiene varias décadas mejor aún. Como político... hmmm... y eso que yo soy argentina y estoy curada de espanto.
¡Gracias, Dariel, por la anécdota!
Hola Mariel.
Excelente comentario. Yo también la miré de adolescente y quedé impactado. Gracias por tus excelentes informes. Se nota la pasión que pones en ellos. Sigo esperando más sinopsis de tu parte.
Saludos.
¡Gracias, Gustavo! Sí, me apasionan ciertas historias, en papel o celuloide, y se me nota... Por eso siempre me excedo del concepto de "sinóptico"... 😛
Saludos.